INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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17/8/09

La madroñera resiste

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 La madroñera del Madroñal, un árbol único en estos contornos
 
Muchos de ustedes habrán oído hablar de la madroñera del Madroñal, y a lo mejor algunos también la conozcan y hayan estado alguna vez ante ese árbol tan singular, no sabemos si único en España. (Hay por ahí un librillo sobre los “Árboles singulares de Cieza”, de A. Félix Carrillo”, en el cual la madroñera, ocupa un destacado lugar. Léanlo si pueden).

Se preguntarán ustedes qué tiene de especial el citado árbol. Pues lo primero es que siendo en su especie arbusto, éste hace al menos siglo y medio se convirtió en un hermoso árbol. Ningún técnico ha calculado hasta ahora la edad de dicho ejemplar, pero según la tradición de mis antepasados (fíjense que yo ocupo la quinta generación de las que ininterrumpidamente, y en transmisión de padres a hijos, han habitado la Casa del Madroñal desde 1870), la madroñera siempre ha estado ahí, grande y frondosa, dando nombre a la finca, incluso al paraje.

A propósito, ¿sabían ustedes que hace como cosa de un par de años, un señor perteneciente a una sociedad de amantes de los árboles, se desplazó adrede desde Vizcaya para contemplar esta rareza? Yo sí porque afortunadamente el hombre, al llegar a Cieza, preguntó en la Oficina de Turismo y mis compañeros lo encaminaron para que hablase conmigo. Entonces le di las explicaciones de cómo llegar y, al rato, me llamó desde su móvil diciéndome que estaba frente a la madroñera y que no había visto nada igual. Después le regalé un volumen de mi novela “En un lugar de la memoria”, en la cual se menciona éste árbol entre los muchos que componen la huerta donde arranca la trama ficticia de la narración.

Bueno, ¿a qué viene todo esto sobre el madroño del Madroñal?, quizá se esté preguntando alguno de ustedes. Pues viene porque se ha publicado recientemente que éste corre peligro de secarse o de morir por falta de agua. No es así. Aunque, desde luego, si se cultivara y regara a menudo recuperaría paulatinamente la frondosidad perdida.

Me explico. Desde mi tatarabuelo acá, todos nos hemos deslomado trabajando y cuidando la finca donde se halla la madroñera, hasta que en el último tercio del siglo pasado comenzó a desmoronarse de forma irreversible el sistema posfeudal de señoritos y medieros; y cuando mi padre alcanzó su jubilación a finales de los ochenta, el Madroñal quedó definitivamente en manos de sus dueños, o sea, en el abandono absoluto.

Se perdieron los limonares, que cavábamos de rodillas (como Rafael pintaba la Gloria, según Juan Ramón Jiménez); se secaron los albercoqueros de hueso dulce, los ciruelos de ciruelas pasas, los nispereros, los mandarinos clementinos, las parras de los ribazos, los cáquiles, las higueras verdales, los nogales, altos cual territorio de águilas; los laureles, los perales de manteca, las lilas, los rosales, los naranjos californios, las limas, los limoneros ponciles, los almendros, los nispoleros, los membrilleros y el cerezo, ¡inmenso!, que era el frutal más viejo de la finca. Todo se perdió. (Hace como un año o así, estuve por allí y se me cayó el alma a los pies, pues los árboles secos habían doblado sus ramas hacia el suelo en auténtica señal de tristeza).

De modo que donde hubo un vergel, cultivado con ahínco, dedicación y sudores, sólo queda vivo, aunque maltrecho e inculto, el extenso olivar, la palmera y el madroño. Éste último bastante reducido de ramaje, pero en modo alguno corre peligro de secarse, pues siendo un árbol (arbusto) montaraz es capaz de vivir en un medio agreste.

Hace 7 u 8 años, el Ayuntamiento mandó que fuesen a regar la madroñera (entonces la balsa de la finca aún no estaba tan hecha polvo como ahora) y de resultas ésta se reverdeció y comenzó a echar tallos y ramas nuevas en el tronco viejo, pero al parecer aquellos “mandados” no eran más que unos pillahigos que no tenían ni idea de agricultura, y entonces “pelaron” la madroñera y la dejaron en peores condiciones en que estaba al principio (de esa época puede que sea la foto publicada ahora).

En la actualidad, la madroñera resiste y echa sus dos cosechas de frutos, los madroños: una en primavera y otra en otoño (yo tengo fotografías recientes). Por cierto, el agua del manantial sigue bajando hasta la fuente porque mi padre, aun octogenario, con más voluntad que fuerzas, y de motu proprio, se ha pegado las pasadas de subir a la Sierra del Oro a arreglar la tubería; lo mismo que el cura Don Antonio Yelo, de Abarán, que el hombre consideraba pecado el dejar perderse esta agua por los barrancos.

Mas a pesar de lo dicho, no está mal que alguien se preocupe, y si, de acuerdo con su nuevo propietario, envían a regar la madroñera, miel sobre hojuelas. Pero eso sí, que sean personas que sepan lo que llevan entre manos, no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad.
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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"