INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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18/3/15

Aventuras en un barrio

 .
Construcción del subterráneo en la Plaza de las Cortes y Avenida de Italia
Hace casi cincuenta años, el entonces “Instituto Laboral”, la iglesia de San Juan Bosco y la Casetica del Salva, en la que éste nos vendía pipas, chicles y ducados sueltos a peseta, formaban el triángulo principal de la vida estudiantil de muchos de nosotros. Durante el curso 1968-69, a punto de alcanzar los americanos la meta espacial de la Luna (esto sería el 20 de julio de 1969. ganando así la carrera del cosmos a los soviéticos), el aspecto urbano del barrio era casi como el de Macondo en los inicios de la novela “Cien años de Soledad”, de Gabriel García Márquez.

De la Gran Vía hacia las oliveras, se hallaban todas las calles sin asfaltar, por las que aún transitaban los carros, las burras con serón y los ganados de cabras. Los límites urbanos en la zona del ensanche del pueblo eran borrosos, pero podríamos decir que estaban marcados por la Yesera de la Carmen y Manufacturas en el Camino de la Fuente, la Panificadora en el Camino de Alicante, el Instituto (mentado aún por la gente como “los Salesianos”), el Campo de Fútbol y la Plaza de Toros. Entre medias de éstos, abundaban descampados y carreras de “hilaores”, donde los hombres se pasaban el día andando para atrás, hilando la filástica de esparto con el “paño” en la mano y corchando cuerdas con la gavia y el ferrete.

Los grupos de casas baratas: “Sanz Orrio”, “Alcázar de Toledo” y “Veinte de Noviembre” ya habían sido construidos para dar hogar a muchas familias con pocos recursos; y aun el grupo “Francisco Franco” (hoy conocido como “Casas del Pájaro”). Sin embargo, más abajo de la Plaza de Toros aún culebreaba la Carretera de Abarán, llena de revueltas, que partiendo de la “curva” de la Gran Vía, aledaños de la Tejera de Sánchez, vadeaba la Rambla del Tomaso por la parte de atrás de los Baños de Posete y, zigzagueando entre bancales de olivos, pasaba junto a la fábrica de conservas “La Ciezana” en dirección a Bolvax.

La Avenida de Italia, amplia, terrosa y embarrizada en época de lluvias, había sido trazada en los planos del plan general urbano de Cieza en los años veinte por el ingeniero Pérez Templado, y vendría a dar origen a lo que ha llegado a ser hoy la entrada principal del pueblo. Y un día (yo hacía primero de bachillerato en el Instituto) pasó al parecer un ministro con su séquito por la carretera general, que era entonces la Gran Vía, por lo que el Sr. Mendoza, profesor de FEN (política) y jefe de estudios durante aquel curso de que les hablo, nos sacó de clase y nos llevó hasta la zona de la Estación de Servicio Galindo y fachada trasera del Cine Galindo para, todos en fila a ambos lados de la carretera, saludar y vitorear la llegada de la caravana Seat “mil quinientos” negros, los cuales pasaron a toda pastilla como en la película de Berlanga “Bienvenido Mister Marshal”.

Aunque el cura Salas nos permitía dar incansables balonazos en el atrio y aún en los patios traseros de la parroquia, a veces nos íbamos por una senda entre la huerta (más o menos por donde hoy en día pasa la avenida Federico García Lorca) hasta llegar a las tapias del Campo de Fútbol (éste era de tierra dura, sin graderío, en el actual Parque de la Bola), junto a las cuales se veían algunas oliveras con los troncos y las ramas sobados de tanto subirse a ellas para ver los partidos sin pagar entrada.

 Otras veces, quizá en el tiempo de los albercoques, tomábamos algún sendero en dirección a las Casas del Disco (el disco era alto y grande, y tenía un lado rojo y otro verde, el cual era girado de forma conveniente desde la estación con unos alambres, regulando así la entrada de los trenes a ésta). Si nos daba la idea, llegábamos hasta el Cabecico de la Pascuala, saltando la vía por cerca de la Yesera del Pavo; o si se nos antojaba, esperábamos que pasara algún tren y poníamos un perro gordo en los raíles para comprobar su aplastamiento.

Un día, unos compañeros vinieron diciendo que en un paraje cercano al existía una casona abandonada y repleta de libros. Contaban historias fabulosas de que los había sobre toda clase de saber humano. Aseguraban que en ellos se daba información de las artes y las ciencias, que hablaban de la historia de las naciones, que contenían fotografías desconocidas (y quizá prohibidas en la época), y que entre los cuales había tratados de anatomía con ilustraciones que jamás habíamos visto en nuestros textos. Por lo que una tarde, al salir de clase, tres amigos nos encaminamos hacia aquella “mansión de los misterios”. Aunque no logramos traspasar la frontera de nuestra imaginación, pues un pastor, que esperaba achantado bajo un ribazo, salió al paso y nos “cortó las alas” de la aventura con la embustera acusación de algún desmán quizá cometido por otros
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 07/03/2015 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"