INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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4/6/14

Mayo sin flores

 .
Tierra, montaña y cielo
He salido al monte hace unos días y está todo arruinado por la falta de lluvias. Ni el romero ni el tomillo ni la retama han podido echar flores esta primavera. Las atochas están de una palidez mortecina, la jara y el jaguarzo no han tenido oportunidad de vestirse de gala y los pinos esperan con resignación que el cielo se prodigue con su lluvia necesaria.

Como les digo, he subido con unos compañeros senderistas hasta la copa de la Sierra del Oro, que con algo menos de mil metros es el punto de mayor altitud de todo el término municipal de Cieza. El ascenso ha sido monte través por la parte de Abarán, pues ya no quedan sendas por las que antaño subían y bajaban los leñadores con sus haces a cuestas: ¡caminitos de hormigas parecían los senderos de esta montaña los domingos!, pues todo el mundo debía proveerse del combustible necesario, bien para calentarse en invierno, bien para cocinar durante todo el año. Pero ya no hay senderos y la capa vegetal ha cicatrizado también los trazos por donde los ajorradores arrastraban con sus mulas la madera de las cortas. Ni se observan tampoco los vestigios donde año tras año los pobres carboneros, que venían de otros pueblos más deprimidos y trabajaban en familia desde el más grande hasta el más pequeño como una troupe de gitanos, convertían el ramaje de los pinos en carbón vegetal.

Así que las pinadas y los matorrales se lo han comido todo y sólo queda una franja de terreno mondo de árboles, que es el gran cortafuegos que discurre por la cresta de la montaña, el cual si no lo limpian pronto, ningún efecto surtirá en caso de incendio, pues está plagado de nuevas chaparras que han rebrotado y de toda clase de matojos capaces de arder como la pólvora en un verano terriblemente seco como el que se avecina. Allá arriba, muy cerca de la línea de mojones que delimita el término municipal de Cieza, desde donde se tiene una visión espléndida, casi a vista de pájaro, de la Atalaya y del valle del río, recordé la historia contada por mi padre de un pastor que tuvo mi abuelo, Joaquín del Madroñal, por los años veinte del siglo pasado, el cual se perdió un día y nadie lo pudo encontrar sino un leñador nueve meses después colgado de una rama en aquel sitio tan apartado. (¿Qué mal anidaría en su cabeza para buscar el punto más alto de la sierra, y en uno de aquellos pinos castigados por ventoleras, nevazos, soles y aguaceros, poner fin a su vida...?)

Luego, pasando junto a pequeñas simas que me hacen sospechar la existencia de cavidades ocultas en el subsuelo calizo, descendimos hasta el Collado del Portajo (no “portazgo”, que es un término de nuevo cuño). Desde allí, encarados al sur, se contempla un paisaje noble dibujado de bancales con almendros y viñedos y de casas desperdigadas aquí y allá: es el campo de Ricote y parte de Cajitán, con el telón de fondo del Pico de los Almeces plagado de antenas de repetidores. Advertimos que cualquier lugar de la montaña es bueno, y por tanto también el Collado del Portajo, para sentarse uno en una piedra, quedarse quieto durante unos minutos y escuchar el silencio vivo de la naturaleza; un silencio pacífico e incontaminado, roto sólo a veces por el colecteo de una perdiz lejana, por el piar de un pájaro carpintero que defiende su territorio o por el soplo del viento, leve y amigo cuando se trata del solano en el buen tiempo o recio y despiadado si es el cierzo en invierno.

A continuación tomamos ya la pista forestal en sentido descendente y, dejando a nuestra izquierda el Pico de las Corralizas, pasamos cerca del Risco del Pajar, que con su mole caliza de millones de años oculta el profundo Barranco del Apio. Un par de kilómetros más abajo el camino forestal pasa junto al vestigio del Bancal de Matías, muy cerca de un viejo casón excavado en el terreno (cuentan que, con el ánimo de trabajar aquella tierra fértil en mitad de la Sierra del Oro, se instaló en tan humilde morada un matrimonio de recién casados en los primeros años del siglo XX).

Luego pasamos cerca del manantial del Madroñal, cuya agua, ¡buenísima!, nunca deja de fluir bajo una roca (Dios sabe qué vericuetos subterráneos recorrerá para aflorar a aquella altura del monte con un caudal constante en las cuatro estaciones del año; solo una vez reventó el nacimiento, fue durante un invierno lluvioso; entonces el lago interior se desbordó, inundó el barranco durante más de un mes y la lengua del agua llegó hasta el Puente de Meco).

Y ya, cuando dimos vista al Malojo, cuyo dueño de la finca se cree en la extraña potestad de prohibir que se “busquen caracoles”, llevábamos las piernas cansadas pero el corazón exultante por el recorrido, pues aunque mayo ha venido este año sin flores, nadie puede negar que las montañas sirven al hombre para acercarse un poco al cielo.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 31/05/2014 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"