INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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16/12/12

La laguna Ercina

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Mi nieta Paula, el 5/12/2012
Después de pasear por las calles y plazas empedradas del casco histórico de Santiago de Compostela y de contemplar emocionados sus jardines y monumentos, Mari y yo, con nuestras tres hijas de corta edad, decidimos marcharnos para Asturias; de modo que retornamos a Lugo, bordeamos su magnífica muralla romana y tomamos la N-640 hacia Ribadeo. Por entonces, a principios de los noventa, no existía la autovía del Cantábrico que hoy en día recorre toda la cornisa norte, pero eso casi que añadía encanto al viaje, pues la carretera sinuosa, a trechos pasaba por zonas de exuberante arbolado, prados y vaquerías, y a trechos nos permitía contemplar el mar.

Antes de llegar a Luarca, un pueblecito de enorme belleza donde nos vendieron unas botellas de sidra natural, y por un camino flanqueado por altos acantilados, bajamos hasta la orilla del Cantábrico. Había pleamar a esa hora del medio día y las olas estrellaban su embate contra las rocas con un ritmo incansable, como si no hubieran hecho otra cosa desde que el mundo es mundo. Creo recordar que descalzamos nuestros pies y dejamos que los cubriese la espuma blanca sobre una playita de cantos rodados de colores (de allí me eché al bolsillo una piedrecita pulida que aún estará por alguna parte de la casa).

Cerca de Avilés hicimos noche en un cámping precioso, rodeado de prados verdes y retazos de bosque, y, por la mañana, bajamos hasta una cala de guijarros negros que había cerca de éste. El mar, durante la noche, se había ido allá adentro, dejando a la vista un lecho de peñones cubiertos de lapas, donde algunas personas buscaban almejas, cangrejos o yo qué sé. Luego, camino de Avilés, nos detuvimos para hacernos unas fotos delante de un bonito hórreo asturiano. (La arquitectura de los hórreos viene determinada por la geografía y el uso de la gente: mientras que en Galicia éstos son rectangulares y no muy grandes, en Asturias los hacen de planta cuadrada y se asemejan a pequeñas viviendas sobre cuatro soportes de piedra). A la tarde visitamos la hermosa playa de Salinas, con uno de los paseos marítimos más bonitos que yo he conocido, el cual acaba en una especie de museo al aire libre de gigantescas anclas de barcos famosos.

Al otro día saltamos hasta Arriondas y acampamos cerca de donde se inicia todos los años el descenso internacional del Sella (de Arriondas a Ribadesella). Allí cientos de piragüistas toman la salida bajo un puente que es idéntico al nuestro “de Hierro”. Luego, durante el recorrido hasta Ribadesella, un trencico de Feve que discurre cercano al río, va a paso de carreta cargado de turistas para que éstos contemplen el gran espectáculo del piragüismo internacional.

En Arriondas nos llamó la atención el fuerte olor a sidra por ciertas calles de bares, cuyo pavimento estaba como si lo hubiesen rociado con esta bebida, y es que los fulanos aquellos tienen la costumbre de tomarse un sorbo de cada “culín” y el resto lo arrojan al suelo (la sidra natural se “tira” con la botella en vasos apropiados desde la mayor altura que uno consigue con los brazos estirados y se mide por “culines”).

Al día siguiente estuvimos en Ribadesella y atravesamos el gran puente que sortea la ría (hasta la Guerra Civil, en que lo destruyeron, era de hierro y el más largo de España; luego en los cuarenta lo reconstruyeron de obra). Cuando bajábamos de visitar la ermita de la Virgen de la Guía, situada en un promontorio que por un lado domina todo el pueblo y la desembocadura de la ría del Sella y por el otro limita con los acantilados del mar abierto, vimos a unas personas que rodeaban nuestro coche por alguna causa; y, cuando llegamos eran dos parejas de Cieza que habían conocido el R-19 y nos saludamos con alegría.

Al otro día por la mañana llegamos a Covadonga y la niebla salida del bosque cubría las torres de la basílica como un velo de novia. Intentamos entrar a la Cueva de la Santina, pero, exentos de fervor, nos volvimos por respeto: allí la gente entraba de rodillas con una fe que se podía cortar en el ambiente.

Entonces tiramos montaña arriba hasta los Lagos (parque nacional desde 1918). Catorce kilómetros de carreterilla serpenteante, plagada de ciclistas que regresaban a tumba abierta o que ascendían por aquellas rampas echando el bofe. Cuando avistamos ya el lago Enol, tan conocido en la etapa reina de la Vuelta Ciclista, nos detuvimos a echar unas fotografías. Sus aguas oscuras contrastaban con el manto de niebla que se cernía desde las cimas de los Picos de Europa. Luego continuamos todavía un poco más y subimos hasta el lago Ercina, en cuyas orillas de suave pendiente el borde del agua se camufla bajo la hierba. La niebla nos envolvía y, de vez en cuando, aparecía como por encanto una vaca suelta, de las que en aquella altitud de más de 1.000 metros pacen a su aire. Pero de pronto ocurrió algo insólito: despejó de golpe, y, además de un pastor que ascendía por la ladera en busca de sus vacas que andaban a mayor altura todavía, vimos reflejarse nítidamente en el espejo del agua de la laguna Ercina todo el verde majestuoso de la montaña.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 15/12/2012 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"