INTRODUCCIÓN

______________________________________________________________________________________________________
JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

Buscador por frases o palabras

Buscador por fechas de publicación

Traductor de esta página a más de 50 idiomas

15/4/11

Cieza y el viaje de irás

.
Cieza, un pueblo que olía a esparto cocido
Este 14 de abril de 2011 se han cumplido ya 80 años de la proclamación de la II República Española (la primera fue un desastroso ensayo político que duró desde febrero de 1873, cuando el Rey Amadeo I dijo aquello de si lo sé no vengo y renunció al trono de España, hasta diciembre de 1874. En ese corto periodo se sucedieron cuatro presidentes y se acantonaron varias ciudades, entre ellas Cartagena, que llegó a acuñar moneda propia. Al final volvió Alfonso XII, que el hombre se había ido en busca de Mercedes, pues “cuanto más primo, más me arrimo”).

El 14 de abril de 1931 cayó en martes (ni te cases ni te embarques), y el pueblo español, cansado ya de sus gobernantes y escarmentado de una monarquía, la de Alfonso XIII, capaz de aceptar la dictadura (el 13 de septiembre de 1923 el general Primo de Rivera había tomado el poder mientras el Rey apuraba el veranillo de los membrillos en su Palacio de Miramar en San Sebastián), se embarcó en el más grandioso e ilusionante de los proyectos de toda su historia.

El domingo día 12, el siguiente a la Pascua de Resurrección (sepan ustedes que a Cristo, aun en contra de los Evangelios, lo resucitaban entonces en Sábado), había habido elecciones municipales. En ellas, y en cómputo general de concejales electos en todo el territorio, triunfaron de forma arrolladora las candidaturas monárquicas; pero ocurrió la paradoja política por la cual, al haber obtenido fuerte mayoría el voto republicano-socialista en las grandes ciudades, incluidas Madrid y Barcelona, el propio Gobierno hizo de los resultados una interpretación derrotista, y, desde el primer momento, les otorgó el valor de plebiscito. Tal fue así que el propio Presidente Aznar (Juan Bautista, no vayan ustedes a pensar en otra persona), el lunes 13 por la tarde y a preguntas de los periodistas sobre “qué estaba pasando”, respondió lanzando piedras a su propio tejado con aquella frase para la historia: “...Pasa, señores, que España se acostó monárquica y se ha levantado republicana.”

El martes, día 14, comenzaron a izarse banderas tricolores en algunos ayuntamientos, como en el de Éibar (Guipúzcoa), que fue el primero. (Y en Yecla, cuentan que un cabrero paseó por las calles su rebaño de cabras con banderas republicanas al cuello, y al cabrón le había colgado una más grande en los cuernos). Por la tarde, con todo Madrid en la calle lanzando “¡vivas!” a la República, y algunos “¡mueras!” al Rey, el Gobierno Provisional, presidido por Niceto Alcalá Zamora (Azaña llevaba tres meses escondido y no se le veía el pelo), llegó andando por la Calle Alcalá y tomó pacíficamente y por su cuenta el mando de las instituciones (“NOS REGALARON EL PODER”, llegó a escribir luego Miguel Maura, así con letras mayúsculas, en sus memorias). Aquella misma tarde, Manuel Sanjurjo, Director General de la Guardia Civil, se puso inmediatamente a las ordenes del Comité Revolucionario republicano; para qué querían más...

Por su parte, los ministros a punto de ser derrocados, con el Conde de Romanones a la cabeza, quien ejercía la presidencia de facto, acordaron la inmediata salida del Rey del territorio nacional. Los acontecimientos se desencadenaron tan rápidos, que aquella misma noche, y por recomendación del propio Alcalá Zamora (“no podría responder de lo que ocurra si el Rey no se va inmediatamente”), éste hubo de partir hacia Cartagena. Mientras el resto de la familia real, con la sombra del asesinato de los Zares, primos de la Reina consorte Victoria Eugenia, ocurrido tan solo trece años antes, saldría el día 15 por la mañana en un tren hacia Irún, camino de París. (Durante la noche, un escuadrón de húsares a caballo haría el paripé de custodiar el Palacio Real, pero éste no fue asaltado porque Dios no quiso, y porque había en los madrileños más alegría que rabia).

El Monarca había aceptado marcharse del país. La decisión la tendría que juzgar la Historia con el paso del tiempo. Pero él, durante aquellas horas, se aferró a una sola idea: “Aunque nací Rey, no olvido que soy español; y no consentiré que por permanecer en el trono se derrame una sola gota de sangre.”

Sobre las ocho y media de la tarde, una pequeña caravana salió del Palacio Real. Delante marchaban en un coche el Ministro de Marina, su ayudante Ferós y el Duque de Miranda; en un segundo automóvil (un flamante Düessenberg, propiedad del Monarca) viajaba Alfonso XIII y su primo Alfonso de Orleáns (Beatriz, la esposa de éste, le había dicho: “coge una pistola y protegele”); en tercer lugar, y en el Hispano-Suiza del Príncipe de Asturias, iban los coroneles González Gallarza, Martín Alonso y Uzquiano; luego en un cuarto vehículo, conducido por Francisco Concheso, llevaban los equipajes; y cerrando la comitiva les acompañaban siete guardias civiles y un sargento en una camioneta.

Entre las 2 y las 2’30 de la madrugada llegarían a Cieza (al parecer habían hecho poco antes una parada en mitad de un paraje solitario, que yo estimo que sería algo más arriba de la Venta del Olivo; allí se bajaron de los automóviles y aliviaron las vejigas contra las atochas. Don Alfonso jamás volvería a hacerlo sobre suelo español).

Aquí en Cieza, la noche era primaveral, con una luna espléndida; y la paz nocturna sólo era rota por el constante golpear de los mazos de picar esparto, como los de la Fábrica del Gallego; o por el runrún de las máquinas de Manufacturas Mecánicas de Esparto, que no paraban nunca, y los trabajadores hacían turnos noche y día, y cuya sirena (el “pito de Manufacturas”) era tan fiable que servía para poner en hora los relojes.

Cuando la caravana se aproximaba al pueblo por la Yesera de Migaseca, que siempre diremos, Miguel Camacho, mi bisabuelo, que estaba de vigilante nocturno de la Fábrica de esparto de Zamorano, frente al Camino de la Estación, se asomó sobre el muro que daba a la carretera general y vio entrar los vehículos al Camino de Madrid a gran velocidad (al parecer, temían toparse con exaltados, pues ya habían tenido un pequeño incidente en un pueblo manchego). Seguidamente dejaron a un lado la conservera de “Los Guiraos” y al otro el Pilar del agua, donde abrevaban las bestias y los ganados de cabras; luego pasaron frente al Colegio de “Las Pastoras”, hospital de sangre sólo unos años después, y, doblando la Esquina de la Villa, enfilaron cuesta arriba por la Calle Mesones, entre el Convento de las Claras, y la Posada de las Monjas, que estaba enfrente.

El roncar forzado de los motores hacía añicos el silencio de la madrugada en el casco urbano. Pasaron junto al solarón que había entre las bocacalles de Angostos y Herreros, donde los chitos solían jugar a la pelota y luego construirían el edificio de Correos; y, al atravesar la Esquina del Convento, vieron un grupo de mujeres con líos de ropa sobre la cabeza: eran picadoras, que las pobres tenían que ir a lavar de noche a la Fuente del Ojo para cumplir de día con la jornada en la fábrica. Después bajaron por la Calle Libertad, dejando a su izquierda la Cárcel, la cual daba esquina con la Calle Reina Regente, también conocida como la Carreterica de Posete. Y luego, pasadas ya las Balsas del Zaraíche, la Rambla del Tomaso y la Plaza de Toros, situada entre olivares y carreras de hiladores, la triste comitiva real abandonó el pueblo de Cieza, donde el tufo a esparto cocido de las balsas, como Dios, estaba en todas partes.

Al parecer evitaron Murcia por una ruta segundaria; y a las 4’15 de la mañana, lograron entrar en el Arsenal de Cartagena, donde les esperaban desesperados. El Rey embarcó inmediatamente rumbo a Marsella en el crucero “Príncipe Alfonso”, que era el buque insignia de la Armada (rebautizado 24 horas después como “Libertad”). Navegaron todo el día 15 con su noche, y, cuando al amanecer del día 16, llegando ya a su destino, las nuevas autoridades españolas urgieron al capitán del barco a enarbolar el pabellón de la República, éste no tenía a bordo tela morada con que fabricar la nueva bandera (¡qué desastre!); entonces el propio Alfonso XIII le cedió la de su pendón del regimiento para tal fin.
©Joaquín Gómez Carrillo

.
(Pulsar AQUÍ para escuchar este artículo)
.
(Ver artículos anteriores de "El Pico de la Atalaya")
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

EL ARTÍCULO RECOMENDADO

LOS DIEZ ARTÍCULOS MÁS LEÍDOS EN LOS ÚLTIMOS TREINTA DÍAS

Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
.
* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
_____________________________________________________

Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"